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domingo, 17 de febrero de 2013

Día campestre en el Valle de La Barranca


Después de buscar tantos planes en la ciudad, unos amigos nos han comentado que se iban con los niños a pasar el día al campo y nos hemos apuntado (esto es casi un hito porque yo soy de las personas más urbanitas del mundo y fuera de la ciudad estoy como pez fuera del agua).
Pero bueno, una vez al año no hace daño. Mi vasco y las niñas tenían mucha ilusión, así que nos hemos abrigado, puesto calzado más o menos adecuado, ¡y al campo!


El lugar elegido fue el Valle de la Barranca, porque está más o menos cerca, y es de dificultad baja.
¿Cómo se va?
Por la M-607 (Carretera de Colmenar), dirección Navacerrada. Un poco antes de llegar a Navacerrada, al llegar a una rotonda que tiene una escultura con una piedra colgando, se coge la salida de enfrente, y enseguida viene el desvío a la derecha, hacia el Hotel La Barranca (en el parking del hotel es donde se aparca).
Ayer hacía buen día, y no fuimos los únicos a los que se les ocurrió la excursión, con lo que el parking estaba a tope, pero aún así pudimos aparcar en el lateral de un camino.
La ruta es muy sencilla, tanto que se puede ir hasta con carro de bebé (como era el caso), aunque se complicaba un poco la cosa en los trozos nevados (no sé si se han inventado ya los carritos con cadenas, jajaja). En realidad esta ruta está recomendada en primavera, otoño o días de verano poco calurosos. Pero si lo que se va es a pasar un ratito en el campo (no tanto a hacer la ruta), sí que vale también en invierno, y además, tiene el aliciente de la nieve, claro.
Lo primero que encontramos en el camino es un lago con una pasarela estrechita desde la que se pueden ver los patos que viven ahí (ver foto superior).
Un poquito después ya estaba la nieve, al principio poca porque ya se había derretido desde la última nevada, pero conforme íbamos subiendo, más presente.
Los críos disfrutaron como enanos con la nieve. Lo normal, pisándola, hundiéndose hasta el cuello, y como no, con las bolas de nieve. Sólo por esto mereció la pena.





Como no madrugamos mucho, un poco después ya teníamos hambre y directamente nos sacamos los bocatas en unas piedras. Ahí hicimos nuestro picnic particular, con unas vistas espectaculares. Una vez recargadas las pilas seguimos nuestra ruta y un ratito después llegamos a una curva cerrada y en ese punto vimos el Área Recreativa de las Vueltas; mesas y bancos de piedra para hacer una corta parada y observar el paisaje, que ya fichamos para la próxima vez.

La ruta es muy agradable, y por el camino se encuentran indicaciones de los distintos animales que se pueden ver por allí (que no vimos ninguno, me imagino que hacía demasiado frío), vimos a un valiente en bici por la nieve, a algún otro más valiente haciendo parapente, y también un parque de aventura entre los árboles (De pino a pino), que tenía muy buena pinta para los más intrépidos pero que no abre al público hasta primavera (ahora sólo con reserva previa).


Marta fue la primera en llegar a la Fuente de Mingo
Aunque en teoría este recorrido es de 11 km, la parte recomendada para familias es de 4 km (hasta La Fuente de la Campanilla), y nosotros como novatos, hicimos hasta la Fuente de Mingo (a 2 km).
Pasamos un día muy agradable, movimos el esqueleto, respiramos aire fresco, y las crías lo pasaron tan bien, que me tendré que replantear la frecuencia de estas excursiones, jajaja.












¿Conocéis más sitios fáciles para ir con niños? Venga, contádmelos, que yo de ciudad sé mucho, pero de campo nada, jajaja

Ah, y de mi lista de planes el viernes fuimos al centro cultural del barrio. Pasamos un ratito agradable y gratis, pero los títeres no valían mucho, la verdad...

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